sábado, 21 de diciembre de 2013

BOLIVIA, UN SABOR AMARGO...

La impresión a la llegada a un país es determinante para lo que viene después. El jueves de mañana salimos de Puno, ciudad peruana que nos acogió con mucha calidez y buena comida (como siempre en Perú). Teníamos muchas expectativas de llegar a Bolivia. La idea era llegar La Paz a mediodía para pasar la tarde en La Paz (Nuestra Señora de la Paz). José Carlos estaba muy prevenido pues los comentarios en blogs de otros viajeros, eran bastante negativos... La sorpresa fue que sólo tardó diez minutos en ingresar el automóvil, no lo podía creer. Para no dejar el auto solo, él hizo su ingreso al país y salió unos minutos después (entre tanto, un neozelandés salió afuera de la oficina para decirle a su novia que estuviera cerca porque las cosas estaban complicadas…). Cuando me presenté al funcionario de migración, le entregué mi pasaporte, lo ojeó y empezó a pedirme papeles (pasado judicial, vacuna de fiebre amarilla, una invitación de un boliviano o una reserva de hotel y 500 US$ para la estadía). Le dije que no tenía reserva pues llegaba a La Paz a buscar hotel. Me dijo que pasara a hablar con un policía y él me volvió a repetir lo que me había dicho el otro. Fui al auto a traer los papeles que me pedía y por internet hice una reserva en un hotel en La Paz. Cuando llegué a la ventanilla de nuevo, me dijo que le mostrara el dinero a su colega, así lo hice (era la primera vez en mi vida que eso me pasaba… y aunque no me había pedido que me desvistiera, enseguida pensé en los miles de colombianos que deben desnudarse en las fronteras por cuenta de las sospechas de los funcionarios de aduana…). En ese momento, el tipo miró la reserva y me dijo que eso no era una factura, que él tenía que ver una factura cancelada, yo le dije que había pagado con mi tarjeta y que el pago se haría efectivo esa misma tarde. Me dijo que necesitaba una factura cancelada, que las leyes eran esas y que él estaba ahí para hacerlas cumplir. En ese momento, quise abandonar la idea de entrar a Bolivia y cambiar el itinerario… Estamos convencidos con José Carlos que los tipos lo que querían era dinero… José Carlos fue a un hotel en Desaguadero y le pidió al señor que le hiciera una factura y que se la cobrara. En ese momento, Jose dijo que quería acompañarme a la ventanilla. Cuando José Carlos llegó conmigo, el tipo le pidió sus documentos, pienso que si José Carlos no hubiera ingresado al país, no nos hubieran dejado entrar. Finalmente, y ya sin argumentos (aunque trató de decirme que cómo así, que porque le presentaba factura de ese lugar si yo iba a La Paz, a lo cual le respondimos que habíamos cambiado de planes…) tuvo que sellar mi pasaporte y dejarme entrar. No sé si a causa de este incidente no he podido ver nada lindo en Bolivia: La Paz, una ciudad apretada, un tráfico de locos, la gente salvaje en las calles… en fin, espero que Uyuni nos reserve sorpresas y nos cambie las perspectivas. Ya lo veremos….   

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