No se por qué me ha costado tanto
retomar las crónicas del viaje. Tal vez porque lo di por terminado viaje desde
el momento que llegamos con Mónica a 33 y por ende se había terminado el viaje
al sur y ahora pasábamos a una etapa muy íntima y familiar en la casa paterna.
Sin embargo, el día jueves 9 en la mañana recibí una comunicación de Pablo
donde nos decía que habían decidido el regreso desde Lima debido a que la salud
de Perucho Bouyssonade había empeorado y lo habían internado en CTI, y las
noticias médicas no eran buenas. Pablo me decía que Susana se regresaba,
Clarita también y que él seguía en la camioneta para llevarla a Bogotá. Luego
de razonar juntos, se convenció de retornar con ellas y que yo, que tenía el
viaje de regreso a Bogotá para el sábado 11 con escala en Lima, me encargaría
de llevar el auto hacia Bogotá.
El resto del día jueves lo
pasamos gestionando ante despegar.com el cambio de ticket para ellos (que
estaban viajando de Nasca a Lima sin acceso a internet) y finalmente estuvimos armando
maletas bien distribuidas para nuestro vuelo.
El cambio de ticket fue una
historia carísima donde Despegar mostró una
gran falta de profesionalismo en el caso.
El día viernes nos encontramos
con Pablo, Susana y Clara, pudimos conversar y recibí todo lo referente al
auto, documentos, llaves, la boleta del parqueadero del aeropuerto Chávez donde
había quedado desde el jueves.
Bien, y llegó el sábado, el cual
nos agarró en el aeropuerto a donde llegamos a las 2 de la mañana para empezar
checkin a eso de las 5am.
Teníamos alguna esperanza de
calificar como voluntarios en Lima pero finalmente no hubo opción por lo que
nos despedimos con Moni en la puerta de embarque del avión, ella seguía a
Bogotá y yo con un extraño sabor de
soledad luego de más de 44 días de estar juntos día y noche…A partir de esa
sensación empezó una etapa extraña que jamás se me había pasado por la mente,
es decir, hacer un viaje solo entre Lima
y Bogotá, manejando yo solo por más de 3000 km.
Para información, el trayecto
Lima Bogotá que yo no usé no se pierde, sino que queda pendiente para usarlo en
el término de un año a partir de la fecha de expedición (julio 2013) pagando
una penalización que en este caso es de U$S50.
Como anécdota previa, una vez que
me entregaron maletas, pasé por aduana. Todo pasó por escáner. El funcionario
me preguntó si traía algo comestible a lo que primero dije que no pero en una
rápida maniobra (siempre es mejor decir la verdad) dije “ahh sí, un poco de
maíz para tostar” y a partir esa aceptación llamaron a SENASA y de ahí en
adelante todo se empezó a complicar. Rápidamente el funcionario me explicó que
ese material era riesgoso para la salud vegetal del país independientemente que
era peruano (cosa que el aceptaba por mi palabra porque no estaba etiquetado
por haber sido comprado en mercado campesino) por el hecho haber viajado por
diferentes países y por lo tanto se imponía
el decomiso y la incineración …yo me tranquilicé porque en ningún
momento me dijo que yo había declarado que no traía nada y que por lo tanto era
sujeto de falsedad en documento público. Como él no tenía el poder definitorio
para realizar el decomiso, entonces entramos al despacho donde llamó al
“Doctor”. Apareció una persona de tez afable, con la cual coincidía en edad y
me imaginé en profesión….así fue, y con la serenidad que dan los años, además
del tiempo para escuchar toda mi historia del viaje, y coincidiendo en que
efectivamente había riesgo para la sanidad vegetal del país, llegamos a un
acuerdo que era llevarme el maíz, tostarlo y comérmelo en el viaje al norte y
decomisar el condimento. Todos quedamos contentos, yo por haberla sacado
barata, él otro funcionario (joven y brioso como un potro, pero afanado en
hacer caer el peso de la ley) porque algo se decomisó y él doctor mismo con
quién me despedí de mano y salí del aeropuerto.
A esas alturas era mediodía y con
el carrito con las maletas (Oh! Se puede sacar del edificio sin pagar!!! –esto
para El Dorado) empecé a recorrer el
parqueadero sin divisar la Tucson. No niego que por primera vez pensé ¿y si se
la llevaron? Pero luego de recorrer un rato, apareció. Otra sensación rara que
me llevó a pensar en esas películas donde el tipo llega a los lockers en un terminal de Suiza y recupera la
llave de la caja de seguridad que se la había dejado el compinche. Disculpen si
en algún momento parezco exageradamente soñador pero así soy y cada historia
que me imagino llega a lograr visos de realidad increíbles, como por ejemplo en
este caso cuando estaba abriéndola y note que de lejos me observaba un guardia
haciéndose el distraído…claro, cuando empecé a reacomodar el equipaje, a
sacudir alfombras y poner la guantera a mi gusto, y había pasado como una hora,
el tipo estaba tan impaciente que había perdido su recato para acercarse a
escasos 5 metros y mirar sin entender. Aproveché para charlarlo y
tranquilizarlo pero comprobé con satisfacción que están controlando los autos
en ese sector del parqueadero exclusivo para carros que permanecen varios días.
Luego retorné al aeropuerto a
cambiar dinero. Sabía que el cambio iba a ser muy malo, como efectivamente fue,
2.6 nuevos soles por dólar, pero valoré mucho el hecho de la tranquilidad de
tener el auto cuidado y poder salir directamente a carretera sin empezar a
recorrer Lima para poder cambiar siendo sábado por la tarde.
Puse a funcionar el GPS hablador
y arranqué a eso de las 3pm. Como el aeropuerto queda en El Callao, al norte
del Lima, no vi Lima, sino que salí por
Av. Gambetta y tomé rumbo al norte a una población que se llama Huaral,
60 km de Lima, donde me dijeron que había hoteles.
Y llegamos al primer hostal
imposible, era una mezcla de hotel de alta rotatividad para camioneros y motel.
El conserje me miró cuando le pedí una single pero lo raro es que efectivamente
había, por lo que se me desdibujaba aquello de palacio del sexo…el precio era
de 25 NS, unos 8 dólares. Pregunté si daban desayuno y ante la obvia negativa
agregué si tenía cochera y ante la otra negativa me fui sin remordimientos…De
allí pasé a un centro recreacional familiar, donde por 35 NS me quedé. Tenía
con todos los servicios incluido el de piscina. Me sentía muy raro porque era
muy familiar, era fin de semana, y solo había familias y yo era como un sapo de
otro pozo, pero igual me gocé la piscina. Esa noche salí a caminar y a comerme
el típico pollo asado peruano, donde un cuarto de pollo es como medio nuestro y
muy sabroso.
Dormí y a las 4:30 estaba de pie
y listo para partir, cosa que finalmente logré tipo 7am luego d elos últimos
arreglos, encaletar la guita, etc. Trujillo me esperaba.
El viaje inició con n un desayuno
excepcional, un caldo de gallina (especialidad desde el norte peruano hasta el
norte ecuatoriano) increíblemente bueno que con una coca cola costó 9.5 NS .
Hay fotos! De ahí en adelante la carretera buena que permite andar
rápido…enseguida caigo en cuenta que cuando uno repite la visita puede ser más
analítico que en la primera y realmente me impresionó la basura de los
humanoides acumulada al lado de la carretera proveniente de lo que botan de los
vehículos.
A Trujillo llegué a eso de las
2pm, luego de recorrer unos 500km. Al llegar vi un cartel que decía Huaca del Sol
y la Luna y decidí visitar el sitio arqueológico ya que a la ida no lo hicimos
y dije voy a ver si vale tanto la pena para una posible segunda oportunidad con
Mónica. Visité el museo y a las 4pm me
fui al sitio donde la visita es guiada. Se trata de la cultura Mochica y
realmente el sitio vale la pena. Allí me encontré con tres uruguayas, y con un peruano
y una francesa, y con más gente lo que muestra que el andar solo puede durar
poco si uno se lo propone. EL peruano me habló de un lugar donde se da la ola
izquierda más larga del mundo, unos kilómetros más adelante de Trujillo, y me
propuse conocerla. El lugar es Puerto Malabrigo. Llegué al anochecer por lo que
no pude ver a los surfistas que inundan el lugar así que me fui a descansar en
el hotel Iguana Inn, donde me trataron muy bien. Cené en la propia playa unos
chicharrones de pescado (miniaturas) con yuca y ensalada acompañado de una
cerveza helada y de charla con el dueño, un muchacho que tiene la concesión
para trabajar en la playa pero además en el día trabaja en la fábrica de harina
de pescado que queda en el puerto adyacente…
Madrugué y comprobé la ola,
efectivamente se puede correr la misma ola por mas de un kilómetro!!. Me
propuse como meta Zorritos para quedar a tiro de escopeta de la frontera con
Ecuador. Era lunes y la carretera favorece sobre todo entre Chiclayo y
Piura(donde almorcé) ya que se puede
viajar muy pero muy rápido, de tal manera que habiendo parado a cambiar dinero
en Lambayeque y visitado Mancora y Punta Sal, llegue al hotel Bamboo Lodge a
las 5:30pm, justo para cambiarme y darme un baño espectacular en un tibio
Pacífico.
Allí corroboré que los lugares
los hace la gente…ese no es un lugar para estar solo.
Al otro día el paso por la
frontera fue muy rápido, sin inconvenientes a no ser que por salir temprano me
propuse desayunar en el camino pero no encontré nada abierto ni nada decente por lo que termine a un
costado de la frontera habiendo pasado Tumbes en un lugar llamado Zarumilla. No
encontré nada a no ser frituras que el solo nombre me generaba náuseas pero si
encontré a la policía que me puso sirena y empezó el tema de documentos. Claro,
un carro colombiano, fuera de ruta es sospechoso…no pasó nada, empecé por usar
mi nacionalidad y con esos papeles la cosa se suavizó y terminó dándome
consejos donde comer: me dijo en ningún lado…
Rapidamente me puse en marcha,
(antes de pasar el auto por la aduana ecuatoriana toca comprar el SOAT en
Huaquillas, cosa que hice pero toco pagar un peaje único, para entrar al pueblo)
y apreté paso hasta Quevedo. La carretera muy regular, angosta con mucho
tránsito (tipo Colombia) lo que no me dejaba andar y lo cansa a uno. Almorcé por
1.6 dólares en un corrientazo y a eso de las 5 pm llegué. El primer hotel que
ví era un 4¿? Estrellas a la entrada y me ofrecieron una habitación con
desayuno y cochera por 35 dólares a lo que accedí. La habitación estaba bien
pero las cuatro estrellas del hotel no sé quién se las dio, sobre todo la
conserje que era una fierita….no hubo empatía. Después caí en cuenta que el
hotel era de chinos…el restaurante era una Chifa y me pedí un arroz con pollo,
cerdo y res y me lo comí todo. Casi me muero del susto ya que me cayó pesado y
pensé que me iba enfermar….mis jugos gástricos en la noche lograron lo
imposible y al otro día estaba como nuevo para seguir.
Arranque muy temprano ya que a
las 3 y cuarto me llamó Pablo confundido con los horarios, pero muy bueno
porque me permitió estar en carretera a las 5:30….pero no siempre el que
madruga…noche oscura, lluvia, camiones y
más camiones y sobre todo carretera mal pintada (señalada) por lo que los 100
km hasta Santo Domingo se hicieron en más de dos horas sufriendo mucho.El
amanecer nada que llegaba, 6,6 y media, y nada y yo decía que pasa que no
aclara…claro, luego caí en cuenta que estábamos casia latitud 0 por lo que el
sol sale a las 6 y se pone a las 18, y como estaba nublado más oscuro aún. A
las 7 empezó a aclarar y pude aumentar el ritmo. La subida a Quito fue a mil, porque la carretera era de
4 vías y moderna, y me prendí con dos carros y volamos, por lo que a eso de las
8 tenía frente a mi la sabana de Quito coronada por un nevado hermoso. Bordeé
Quito para no agarrar el tráfico aunque siempre la cercanía a la capital
enlentece y luego directo a Pifo, El Chinque (desayuné) y luego Cayambe donde
compré los típicos bizcochos! Muy buenos. Como anécdota me encontré de frente
con un policía en moto pasando a un tax i lento con raya doble amarilla…Usé la
técnica de mostrar documentos uruguayos y me dio resultado, el agente me perdonó
la multa que era cantada. Claro que con placer le conté toda mi historia del
viaje …
Bueno, finalmente Ibarra donde
tanqueé por última vez a 2 dólares galón (de allí en adelante no le venden más
gasolina a carros con placa colombiana) y la frontera de Rumichaca me dejó
pasar en un minuto a diferencia de lo que pasó a la ida. Colombia me recibió a
las 4pm y me propuse llegar a Pasto previo paso por Las Lajas. Claro que no
llegué a bajar al lado del santuario porque eran las 5pm y no quería hacer el
cañón a Pasto de noche. Mónica desde Bogotá me reservó el hotel Sello Dorado y
llegué de una a comer y dormir.
Al otro día, un tirón hasta
Armenia. Colombia es linda, la zona del Cauca donde están los negritos caucanos
es cafetera y linda (a la ida la vi de noche y con temor) y luego el Valle
hermoso y colorido con una autopista que permite viajar a 140 pero con el
riesgo del radar . Finalmente en el hotel Jerónimo en Armenia me trataron como
rey para amanecer al otro día y salir a las 9 para Bogotá a donde llegué a la
casa a las 4:30pm, con almuerzo (bandeja paisa como recepción en una Fonda
antioqueña en Silvania) incluído, luego
de 6 días de viaje y 3000 km recorridos y con mucha salud y muchas ganas de
continuar viajando.
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