domingo, 2 de marzo de 2014

EPÍLOGO



Ayer 17 de enero, la Tucson regresó a la casa luego de 50 días y más de 17.000 km. ….dan ganas de cerrar este capítulo de alguna forma. Empecemos por el principio: este viaje tenía varios componentes: turismo, descanso, aventura, análisis social, convivencia, visita familiar. Esto es importante porque cada viaje puede tener objetivos distintos lo que debería quedar claro al empezar para no tener frustraciones.
Por lo tanto, y teniendo en cuenta esos aspectos podemos decir que todo se cumplió en mayor o menor medida.




Es norma general entre la gente con quien comentamos  el viaje, hacernos tres preguntas iniciales: ¿tuvieron inconvenientes? ¿Muy cansador?  ¿Muy peligroso?
A esto respondemos: si consideramos el viaje como equipo, es decir Pablo y familia y nosotros, no hay duda que el inconveniente existió. Nada más ni nada menos que suspender el viaje por razones de fuerza mayor. Esto deja como experiencia que se debe preveer esta posibilidad en caso de un viaje largo.
Sin embargo, como las preguntas van dirigidas en otro sentido, es decir robos, problemas mecánicos, etc. debo decir que no tuvimos ni un pinchazo, por lo que salió todo muy bien.
En ese sentido es muy importante seguir reglas y protocolos preestablecidos que disminuyen los riesgos de robos, pérdidas, daños mecánicos, etc.
 Respecto a la segunda pregunta, personalmente respondo no, en ningún momento me sentí cansado de viajar. Influye mucho el auto, debo decir en ese aspecto que no es lo mismo viajar en la camioneta con rin 16 que en un auto con rin 13, respecto a la seguridad que da el despegue del piso y el amortiguamiento en caminos difíciles. Es importante tener motor y posibilidad de viajar arriba de 120 km por hora sostenido tanto en montaña (llegamos a 5200msnm) como en el llano y lógicamente el confort interior mínimo es un aire acondicionado eficiente.
La tripulación, éramos dos y pareja. No considero que el viaje deba hacerse con más gente debido a que los consensos son más difíciles. Nosotros establecimos un código de conducta que funcionó en las discusiones.
El peligro: hay peligro donde hay humanoides por lo tanto las concentraciones humanas en la medida que son grandes aumentan el peligro, por lo tanto tuvimos poco riesgo ya que el 80% del viaje no fue en las grandes ciudades.
En fin, las otras preguntas se responden en cada crónica y las que queden estamos a disposición siempre con los futuros viajeros que quieran hacer algo parecido. Para eso van nuestros mails:
A todos aquellos que deseen hacer algo parecido, un solo mensaje: al inicio todo parece muy difícil, en el medio uno se da cuenta que no era difícil y al final quiere empezar de nuevo otro viaje! Hasta la próxima!!

LO INESPERADO










No se por qué me ha costado tanto retomar las crónicas del viaje. Tal vez porque lo di por terminado viaje desde el momento que llegamos con Mónica a 33 y por ende se había terminado el viaje al sur y ahora pasábamos a una etapa muy íntima y familiar en la casa paterna. Sin embargo, el día jueves 9 en la mañana recibí una comunicación de Pablo donde nos decía que habían decidido el regreso desde Lima debido a que la salud de Perucho Bouyssonade había empeorado y lo habían internado en CTI, y las noticias médicas no eran buenas. Pablo me decía que Susana se regresaba, Clarita también y que él seguía en la camioneta para llevarla a Bogotá. Luego de razonar juntos, se convenció de retornar con ellas y que yo, que tenía el viaje de regreso a Bogotá para el sábado 11 con escala en Lima, me encargaría de llevar el auto hacia Bogotá.
El resto del día jueves lo pasamos gestionando ante despegar.com el cambio de ticket para ellos (que estaban viajando de Nasca a Lima sin acceso a internet) y finalmente estuvimos armando maletas bien distribuidas para nuestro vuelo.
El cambio de ticket fue una historia carísima donde Despegar mostró una  gran falta de profesionalismo en el caso.
El día viernes nos encontramos con Pablo, Susana y Clara, pudimos conversar y recibí todo lo referente al auto, documentos, llaves, la boleta del parqueadero del aeropuerto Chávez donde había quedado desde el jueves.
Bien, y llegó el sábado, el cual nos agarró en el aeropuerto a donde llegamos a las 2 de la mañana  para empezar  checkin a eso de las 5am.
Teníamos alguna esperanza de calificar como voluntarios en Lima pero finalmente no hubo opción por lo que nos despedimos con Moni en la puerta de embarque del avión, ella seguía a Bogotá  y yo con un extraño sabor de soledad luego de más de 44 días de estar juntos día y noche…A partir de esa sensación empezó una etapa extraña que jamás se me había pasado por la mente, es decir, hacer un viaje solo entre  Lima y Bogotá, manejando yo solo por más de 3000 km.
Para información, el trayecto Lima Bogotá que yo no usé no se pierde, sino que queda pendiente para usarlo en el término de un año a partir de la fecha de expedición (julio 2013) pagando una penalización que en este caso es de U$S50.
Como anécdota previa, una vez que me entregaron maletas, pasé por aduana. Todo pasó por escáner. El funcionario me preguntó si traía algo comestible a lo que primero dije que no pero en una rápida maniobra (siempre es mejor decir la verdad) dije “ahh sí, un poco de maíz para tostar” y a partir esa aceptación llamaron a SENASA y de ahí en adelante todo se empezó a complicar. Rápidamente el funcionario me explicó que ese material era riesgoso para la salud vegetal del país independientemente que era peruano (cosa que el aceptaba por mi palabra porque no estaba etiquetado por haber sido comprado en mercado campesino) por el hecho haber viajado por diferentes países y por lo tanto se imponía   el decomiso y la incineración …yo me tranquilicé porque en ningún momento me dijo que yo había declarado que no traía nada y que por lo tanto era sujeto de falsedad en documento público. Como él no tenía el poder definitorio para realizar el decomiso, entonces entramos al despacho donde llamó al “Doctor”. Apareció una persona de tez afable, con la cual coincidía en edad y me imaginé en profesión….así fue, y con la serenidad que dan los años, además del tiempo para escuchar toda mi historia del viaje, y coincidiendo en que efectivamente había riesgo para la sanidad vegetal del país, llegamos a un acuerdo que era llevarme el maíz, tostarlo y comérmelo en el viaje al norte y decomisar el condimento. Todos quedamos contentos, yo por haberla sacado barata, él otro funcionario (joven y brioso como un potro, pero afanado en hacer caer el peso de la ley) porque algo se decomisó y él doctor mismo con quién me despedí de mano y salí del aeropuerto.
A esas alturas era mediodía y con el carrito con las maletas (Oh! Se puede sacar del edificio sin pagar!!! –esto para El Dorado)  empecé a recorrer el parqueadero sin divisar la Tucson. No niego que por primera vez pensé ¿y si se la llevaron? Pero luego de recorrer un rato, apareció. Otra sensación rara que me llevó a pensar en esas películas donde el tipo llega a los  lockers en un terminal de Suiza y recupera la llave de la caja de seguridad que se la había dejado el compinche. Disculpen si en algún momento parezco exageradamente soñador pero así soy y cada historia que me imagino llega a lograr visos de realidad increíbles, como por ejemplo en este caso cuando estaba abriéndola y note que de lejos me observaba un guardia haciéndose el distraído…claro, cuando empecé a reacomodar el equipaje, a sacudir alfombras y poner la guantera a mi gusto, y había pasado como una hora, el tipo estaba tan impaciente que había perdido su recato para acercarse a escasos 5 metros y mirar sin entender. Aproveché para charlarlo y tranquilizarlo pero comprobé con satisfacción que están controlando los autos en ese sector del parqueadero exclusivo para carros que permanecen varios días.
Luego retorné al aeropuerto a cambiar dinero. Sabía que el cambio iba a ser muy malo, como efectivamente fue, 2.6 nuevos soles por dólar, pero valoré mucho el hecho de la tranquilidad de tener el auto cuidado y poder salir directamente a carretera sin empezar a recorrer Lima para poder cambiar siendo sábado por la tarde.
Puse a funcionar el GPS hablador y arranqué a eso de las 3pm. Como el aeropuerto queda en El Callao, al norte del Lima, no vi Lima, sino que salí por  Av. Gambetta y tomé rumbo al norte a una población que se llama Huaral, 60 km de Lima, donde me dijeron que había hoteles.
Y llegamos al primer hostal imposible, era una mezcla de hotel de alta rotatividad para camioneros y motel. El conserje me miró cuando le pedí una single pero lo raro es que efectivamente había, por lo que se me desdibujaba aquello de palacio del sexo…el precio era de 25 NS, unos 8 dólares. Pregunté si daban desayuno y ante la obvia negativa agregué si tenía cochera y ante la otra negativa me fui sin remordimientos…De allí pasé a un centro recreacional familiar, donde por 35 NS me quedé. Tenía con todos los servicios incluido el de piscina. Me sentía muy raro porque era muy familiar, era fin de semana, y solo había familias y yo era como un sapo de otro pozo, pero igual me gocé la piscina. Esa noche salí a caminar y a comerme el típico pollo asado peruano, donde un cuarto de pollo es como medio nuestro y muy  sabroso.
Dormí y a las 4:30 estaba de pie y listo para partir, cosa que finalmente logré tipo 7am luego d elos últimos arreglos, encaletar la guita, etc.  Trujillo me esperaba.
El viaje inició con n un desayuno excepcional, un caldo de gallina (especialidad desde el norte peruano hasta el norte ecuatoriano) increíblemente bueno que con una coca cola costó 9.5 NS . Hay fotos! De ahí en adelante la carretera buena que permite andar rápido…enseguida caigo en cuenta que cuando uno repite la visita puede ser más analítico que en la primera y realmente me impresionó la basura de los humanoides acumulada al lado de la carretera proveniente de lo que botan de los vehículos.
A Trujillo llegué a eso de las 2pm, luego de recorrer unos 500km. Al llegar vi un cartel que decía Huaca del Sol y la Luna y decidí visitar el sitio arqueológico ya que a la ida no lo hicimos y dije voy a ver si vale tanto la pena para una posible segunda oportunidad con Mónica.  Visité el museo y a las 4pm me fui al sitio donde la visita es guiada. Se trata de la cultura Mochica y realmente el sitio vale la pena. Allí me encontré con tres uruguayas, y con un peruano y una francesa, y con más gente lo que muestra que el andar solo puede durar poco si uno se lo propone. EL peruano me habló de un lugar donde se da la ola izquierda más larga del mundo, unos kilómetros más adelante de Trujillo, y me propuse conocerla. El lugar es Puerto Malabrigo. Llegué al anochecer por lo que no pude ver a los surfistas que inundan el lugar así que me fui a descansar en el hotel Iguana Inn, donde me trataron muy bien. Cené en la propia playa unos chicharrones de pescado (miniaturas) con yuca y ensalada acompañado de una cerveza helada y de charla con el dueño, un muchacho que tiene la concesión para trabajar en la playa pero además en el día trabaja en la fábrica de harina de pescado que queda en el puerto adyacente…
Madrugué y comprobé la ola, efectivamente se puede correr la misma ola por mas de un kilómetro!!. Me propuse como meta Zorritos para quedar a tiro de escopeta de la frontera con Ecuador. Era lunes y la carretera favorece sobre todo entre Chiclayo y Piura(donde almorcé) ya que  se puede viajar muy pero muy rápido, de tal manera que habiendo parado a cambiar dinero en Lambayeque y visitado Mancora y Punta Sal, llegue al hotel Bamboo Lodge a las 5:30pm, justo para cambiarme y darme un baño espectacular en un tibio Pacífico.
Allí corroboré que los lugares los hace la gente…ese no es un lugar para estar solo.
Al otro día el paso por la frontera fue muy rápido, sin inconvenientes a no ser que por salir temprano me propuse desayunar en el camino pero no encontré nada abierto  ni nada decente por lo que termine a un costado de la frontera habiendo pasado Tumbes en un lugar llamado Zarumilla. No encontré nada a no ser frituras que el solo nombre me generaba náuseas pero si encontré a la policía que me puso sirena y empezó el tema de documentos. Claro, un carro colombiano, fuera de ruta es sospechoso…no pasó nada, empecé por usar mi nacionalidad y con esos papeles la cosa se suavizó y terminó dándome consejos donde comer: me dijo en ningún lado…
Rapidamente me puse en marcha, (antes de pasar el auto por la aduana ecuatoriana toca comprar el SOAT en Huaquillas, cosa que hice pero toco pagar un peaje único, para entrar al pueblo) y apreté paso hasta Quevedo. La carretera muy regular, angosta con mucho tránsito (tipo Colombia) lo que no me dejaba andar y lo cansa a uno. Almorcé por 1.6 dólares en un corrientazo y a eso de las 5 pm llegué. El primer hotel que ví era un 4¿? Estrellas a la entrada y me ofrecieron una habitación con desayuno y cochera por 35 dólares a lo que accedí. La habitación estaba bien pero las cuatro estrellas del hotel no sé quién se las dio, sobre todo la conserje que era una fierita….no hubo empatía. Después caí en cuenta que el hotel era de chinos…el restaurante era una Chifa y me pedí un arroz con pollo, cerdo y res y me lo comí todo. Casi me muero del susto ya que me cayó pesado y pensé que me iba enfermar….mis jugos gástricos en la noche lograron lo imposible y al otro día estaba como nuevo para seguir.
Arranque muy temprano ya que a las 3 y cuarto me llamó Pablo confundido con los horarios, pero muy bueno porque me permitió estar en carretera a las 5:30….pero no siempre el que madruga…noche oscura,  lluvia, camiones y más camiones y sobre todo carretera mal pintada (señalada) por lo que los 100 km hasta Santo Domingo se hicieron en más de dos horas sufriendo mucho.El amanecer nada que llegaba, 6,6 y media, y nada y yo decía que pasa que no aclara…claro, luego caí en cuenta que estábamos casia latitud 0 por lo que el sol sale a las 6 y se pone a las 18, y como estaba nublado más oscuro aún. A las 7 empezó a aclarar y pude aumentar el ritmo. La subida  a Quito fue a mil, porque la carretera era de 4 vías y moderna, y me prendí con dos carros y volamos, por lo que a eso de las 8 tenía frente a mi la sabana de Quito coronada por un nevado hermoso. Bordeé Quito para no agarrar el tráfico aunque siempre la cercanía a la capital enlentece y luego directo a Pifo, El Chinque (desayuné) y luego Cayambe donde compré los típicos bizcochos! Muy buenos. Como anécdota me encontré de frente con un policía en moto pasando a un tax i lento con raya doble amarilla…Usé la técnica de mostrar documentos uruguayos y me dio resultado, el agente me perdonó la multa que era cantada. Claro que con placer le conté toda mi historia del viaje …
Bueno, finalmente Ibarra donde tanqueé por última vez a 2 dólares galón (de allí en adelante no le venden más gasolina a carros con placa colombiana) y la frontera de Rumichaca me dejó pasar en un minuto a diferencia de lo que pasó a la ida. Colombia me recibió a las 4pm y me propuse llegar a Pasto previo paso por Las Lajas. Claro que no llegué a bajar al lado del santuario porque eran las 5pm y no quería hacer el cañón a Pasto de noche. Mónica desde Bogotá me reservó el hotel Sello Dorado y llegué de una a comer y dormir.
Al otro día, un tirón hasta Armenia. Colombia es linda, la zona del Cauca donde están los negritos caucanos es cafetera y linda (a la ida la vi de noche y con temor) y luego el Valle hermoso y colorido con una autopista que permite viajar a 140 pero con el riesgo del radar . Finalmente en el hotel Jerónimo en Armenia me trataron como rey para amanecer al  otro día y  salir a las 9 para Bogotá a donde llegué a la casa a las 4:30pm, con almuerzo (bandeja paisa como recepción en una Fonda antioqueña en Silvania)  incluído, luego de 6 días de viaje y 3000 km recorridos y con mucha salud y muchas ganas de continuar viajando.